El estado de alarma a causa del Covid-19, está suponiendo para las personas y la sociedad una nueva manera de vivir a la que nos obliga esta pandemia. El aislamiento, el estrés, la incertidumbre, el confinamiento son elementos psicológicos que ponen a prueba nuestros sistemas de recursos mentales para adaptarnos a la nueva situación. Os presentamos las fases emocionales por las que pasaremos en este periodo hasta la restauración de la normalidad, la afloración de todos estos pensamientos y emociones son comunes, debiéndonos de acomodar la mejor forma posible.
El origen multicausal de los riesgos, la dificultad para objetivar las percepciones individuales de situaciones intangible, cómo determinar la magnitud del riesgos, son aspectos que hacen compleja la evaluación.
El proceso de evaluación se debe centrar en las condiciones de trabajo de carácter psicosocial – relaciones sociales, condiciones de servicio de realización de las tareas, junto con datos administrativos y personales, analizado la información globalmente.
Las evaluaciones psicosociales se realizan en tres bloques:
– Demandas operacionales y organizacionales (sobrecarga mental, cuantitativa y emocional, conflicto y ambiguedad de rol y trabajo rutinario, acoso laboral, incidentes críticos policiales).
– Recursos laborales (clima de seguridad, autonomía, apoyo social, formación, liderazgo, etc.) personales (autoeficacia, competencias profesionales y emocionales, entre otras).
– Consecuencias psicosociales y organizacionales:
+ Daños psicosociales: burnout, ansiedad, síntomas psicosomáticos, aburrimiento.
+ Bienestar psicosocial: satisfacción laboral, vinculación con el trabajo, relajación, emociones positivas.
+ Daños organizacionales: Ineficacia, falta de compromiso con la organización.
+ Bienestar organizacional: conductas extra-rol, compromiso organizacional.
